martes, agosto 28, 2007

Andrés Dice (Volumen 4)

Comparto con ustedes esto que encontré guardado. Se ve que me olvidé de subirlo. O debe ser que aun no era el momento... Ya sé que extrañan los cuentos... Prontito van a poder lee uno...


No me gusta esperar... pero igual te espero...



Sentiste a los asuntos pendientes volver... hasta volverte muy loco...



Y juntos, junto a un fuego imaginario, abren paquetes y entre regalos se dan un beso que dura 7 segundos...



Me quedan balas en la cartuchera, pero te guardo siempre la primera...



Espero no haber hecho mal a nadie, necesitaba ser libre...



Hay ciertas personas que toleran el amor de una forma sobrehumana...



Y si te falta una imagen quiero que me recuerdes asi... con el viento en las velas...



Dicen que hay bueno, malo... dicen que hay más o menos... dicen que hay algo que tener... y no muchos tenemos...




Reconozco haber perdido sintonía alguna vez, pero no te dejé de querer...

lunes, agosto 27, 2007

Andres dice (Volumen 3)

No quiero olvidarte... pero pasa el tiempo...


Tal vez yo no sea tu hombre ideal, ni tu mi mujer, pero iguallll ENGANCHATE CONMIGO! ...


Cuidado con el yacaré cuando te acerques al rio, para nada queremos empezar a caminar...


Sin mirarnos a los ojos, casi sin decirnos nada, yo me pregunto por qué me tuvo que pasar a mi...


La verdad es tan cruel, y tú lo sabes, eres testigo...


Estoy mal herido, estuve sin saber que hacer...


Te cambio tu corazón por el mio para mirarlo y mirarlo...


Ya me sobran, de mis vidas anteriores, cicatrices de otro amor...


Sera que con el tiempo esto se cae como una fruta podrida, Sera que aquello era solo el punto de partida...


No va a saber que hacer cuando no sople mas el viento, No sabe distinguir el amor de cualquier sentimiento...

viernes, marzo 30, 2007

Asamblea En La Carpintería

Cuentan que en la carpintería hubo una vez una extraña asamblea. Fue una reunión de herramientas para arreglar las diferencias.
El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? Hacía demasiado ruido. Y además, se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle demasiadas vueltas para que sirviera de algo.
Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro, que siempre se la pasaba midiendo a los demás con su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: “Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos”.
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el martillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.

domingo, enero 07, 2007

El Andinista

Cuantan los lugareños que un andinista, desesperado por conquistar el Aconcagua, inició su travesía despúes de años de preparación, pero quería la gloria para él solo... por lo tanto subió sin compañeros.
Empezó a subir y se le fue haciendo tarde, y más tarde, y no se preparó para acampar sino que decidió seguir subiendo decidido a llegar a la cima. Oscureció.
La noche cayó con gran pesadez en la altura de la montaña; ya no se podía ver absolutamente nada. Todo era negro, cero visibilidad, no había luna y las estrellas estaban cubiertas por las nubes.
Subiendo por un acantilado, a solo 100 metros de la cima, se resbaló y se desplomó por los aires, caía a una velocidad vertiginosa, sólo podía ver veloces manchas más oscuras que pasaban en la misma oscuridad y la terrible sensación de ser succionado por la gravedad. Seguía cayendo, y en esos angustiantes momentos, le pasaron por su mente todos sus gratos y no tan gratos momentos en la vida; él pensaba que iba a morir. Sin embargo, de repente sintió un tirón muy fuerte que casi lo parte en dos, sí, como todo alpinista experimentado, había clavado estacas de seguridad con candados a una soga que lo amarraba de la cintura.
En esos momentos de inquietud, suspendidos por los aires, no le quedó más que gritar:
- ¡Ayúdame Dios Mío!
De repente una voz grave y profunda de los cielos le contestó: - ¿Qué quieres que haga?
- ¡Sálvame Dios Mío!
- ¿Realmente crees que te pueda salvar?
- Por supuesto Señor!
- Entonces corta la cuerda que te sostiene…
Hubo un momento de silencio y quietud, pero el hombre se aferró más y más a la cuerda. Cuenta el equipo de rescate, que al otro día encontraron colgado a un andinista, congelado, muerto, agarrado con fuerza, con las manos a una cuerda, a dos metros del suelo…